Poder Transformador

Existe un poder para la paz en todos. Este poder puede transformar la hostilidad y destructividad en cooperación y justicia. Lo llamamos el “Poder que Transforma” (PT) y puede trabajar a través de nosotros de muchas maneras distintas.

El Poder que Transforma nos guía cuando se presenta una situación violenta.

Desde nuestro interior, nuestra intuición, una voz pequeña, un espíritu maestro, un guía espiritual, un ángel de la guarda, aquello de Dios en cada uno de nosotros (dependiendo de nuestras creencias individuales) nos dice que hacer. Si actuamos como nos sugiere esta sabiduría interna, será alta la posibilidad de obtener éxito en evitar la violencia. O quizá nos encontremos inspirados a la acción por voz interior sin que nuestras mentes conscientes lo sepan. En cualquier caso, las acciones sugeridas a las cuales estemos movidos, pueden parecer ilógicas a nuestra mente consciente.

Es interesante ver que cuando este poder está trabajando a través de nosotros, experimentamos una gran fuerza interior y perdemos cualquier miedo presente.

La mejor manera para aprender sobre el Poder que Transforma, aparte de la experiencia directa, es escuchar las experiencias de otros.

Aquí te mostramos algunas:

Hombres Adultos Llorando

B.J. Brown-Devlin

Una ocasión di clases en un país extranjero y mientras visitaba la cárcel del condado una vez me encontré a un grupo de hombres llorando porque tenían mucha hambre. Yo era un visitante frecuente y nunca había visto esto anteriormente. Me pareció sádico e inusual el encerrar a la gente y no darles de comer.

Después de investigar, me enteré que el presupuesto para la comida que había otorgado el gobierno se había acabado y los avisos a las autoridades no habían obtenido respuesta alguna. Dejé la cárcel y me dirigí a la oficina del superintendente sin saber que iba a decir o como lo diría, consciente de que como extranjero cualquier comentario mal expresado podía ser interpretado negativamente.

Nunca antes me había dirigido con el superintendente que era el funcionario de más alto rango en el condado. Yo sabía que si mi pequeño discurso se le llegaba a figurar como una critica, él fácilmente podría deportarme, pero la visión de hombres adultos llorando de hambre me movió a la acción.

Una vez que estuve sentado frente a su escritorio empecé diciéndole, “acabo de venir de la cárcel y ...”

No pude proseguir.

Estallé en un incontrolable llanto por el recuerdo de lo que acababa de ver. Totalmente apenado, salí corriendo de la oficina y manejé a casa sintiendo que había fallado miserablemente en decir lo que necesitaba decirse. Más tarde me enteré que este funcionario de gobierno hizo una visita a la cárcel y mandó comida y las condiciones de vida para los internos mejoraron a partir de ese día.

Quiero Agradecerte

William Griffin, Sing Sing, Ossining, NY

Una experiencia importante del Poder que Transforma en mi vida fue cuando estuve encerrado en el confinamiento solitario en la Isla Rikers hace muchos años. Me sentí muy aislado y la situación era muy dura. No podía tener contacto con otros prisioneros y solo se me permitía hacer ejercicio por un lapso de 15 minutos cada día, yo solo en el pequeño corredor enfrente de las celdas. Las puertas de estas celdas se abrían electrónicamente desde una caseta que se encontraba al final del pasillo, cuando escuchaba el seguro electrónico desactivarse en mi puerta, la abría y empezaba el tiempo para ejercitarme.

Junto a mi celda vivía un hombre enorme que estaba loco y aparte de todo era un maniático sexual, lo mantenían encerrado porque ya había violado a todo hombre que se le había cruzado en el camino. Un día antes de que terminara mi ejercicio escuché un click que anunciaba que otra celda había sido abierta y en ese momento supe que algo estaba mal y entonces el gigante salió de su espacio y caminó hacía mi, yo estaba aterrado, puso su mano en mi hombro y me dijo, “Oye estás bonito”, yo no sabía que hacer no había ningún custodio a la vista y sentía que de seguro me iba a violar, no sabía que decir y de mi desesperación salieron algunas palabras.

Se me escapó, “¡Oye! ¿Sabías que puedes hacer dinero en la cárcel?”

Con mi pregunta lo saque de la jugada por un momento y me preguntó... ¿a ver como está eso?

Le dije, “Puedes hacer cosas variadas y las vendes, no sé si lo sepas pero hay una mujer que viene cada día y se lleva artesanías, la próxima vez que venga checas el rollo y le preguntas los pormenores.”

Y en eso se asomaron los custodios seguramente sorprendidos de que todo estaba muy callado y al no escuchar gritos de violación y por fortuna no fue así. El plan había fracasado y aproveché para meterme a mi celda y dejé al gigante en el pasillo rascándose la cabeza.

No volví a ver al gigante hasta muchos años después cuando estuve en Ática. Reconocí su cara en el patio y créanmelo era la última persona que quería ver en todo el mundo. Le di la espalda rápidamente, pero desafortunadamente ya me había visto y me gritó “¡Oye! Ven aquí” y mi corazón se aceleró mientras se acercaba a mi.

En vez de agredirme como lo esperaba, me dijo, “Oye, quiero agradecer lo que hiciste por mi en la Isla Rikers, me enseñaste como hacer algo de dinero en esa cárcel”.

Y me llevó a una esquina del patio y orgullosamente me enseño una lámpara que había hecho con palitos de paleta pegados. Era un diseño impresionante y complejo cubierto con capas de poliuretano que brillaban bajo la luz del sol. “He estado vendiéndolas a 150 cada una y a raíz de tu consejo sobre la señora de las artesanías ya nunca me he tenido que preocupar del dinero.”

Ponte en sus Zapatos

B.J. Brown-Devlin

Yo creo que el Poder que Transforma siempre está trabajando en nuestras vidas, tanto en las cosas pequeñas como en las grandes. He aquí una historia que servirá para reafirmarme a mi misma y otros, que no tienes que experimentar los momentos más espectaculares del Poder que Transforma personalmente para poder experimentar su realidad.

Yo era miembro del equipo de facilitadores del PAV en una reunión de un grupo de apoyo en el Centro Correccional Femenil de Virginia. Era verano y hacía calor. Habíamos planeado hacer el ejercicio de la Resolución de Problemas en Seis Pasos, pero las chicas no mostraban entusiasmo alguno y no ofrecieron lo que preferirían hacer. Entonces seguimos con el ejercicio y no salió tan bien como esperábamos. El grupo no tenía claro el problema que elegimos resolver, que era un conflicto entre madre e hija y de hecho iban intercambiando sus roles de madres e hijas.

Entonces una mujer dijo a otra con respecto a su papel, “Espera un minuto. ¡Ponte en sus zapatos! ¿Cómo crees que ella se siente? ¿Qué harías tu en su lugar?” La otra mujer lo pensó y después contestó la pregunta honestamente. Y algo sucedió. El nivel de energía subió rápidamente y con una conversación fulminante que sobrepasó los pasos del ejercicio, el problema fue comprendido y resuelto. Algo pequeño, pero muy poderoso.